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Y sin embargo, contestaciones similares a preguntas parecidas se admiten por los entrevistadores como "ge– nialidades" y de forma "admirativa". Por ejemplo, cuando se pregunta a un pintor, a un poeta, a un escritor, a un investigador por el "por qué" de su vocación, casi todos responden: "Lo he sentido desde siempre", "Lo llevo conmigo". Y en esta sencilla respuesta admiramos a un científico, un investigador o un poeta innatos. Esta respuesta ha de ser igualmente digna de acepta– ción y válida para la fe. "Siento mife". "He vivido siem– pre la fe". Y es una gran razón. No es que los creyentes no tengamos otras para explicar la i:acionalidad de nues– tra fe. Pero hay que dejar claro que la fe no es un produc– to de la razón, ni sólo fruto del esfuerzo humano. Dios da el primer querer, al cual la persona responde abriendo su mente y su corazón. La entrevista periodística en directo no da tiempo al interrogado para explicar que un día se encontró con Cristo. Se enamoró de El. Lo reconoció como Dios y co– mo Hombre verdadero. Y aceptó el mensaje divino en to– do su contenido... Aunque el creyente tenga más motivos para serlo, hay que aceptar como óptima, en la prisa de una entrevista, esta razón: "Soy creyente porque lo sien– to". Lo mismo que se le acepta al investigador, al poeta, al político o al torero ... , que lo son porque lo "sienten", "lo viven". Tal vez muchos científicos, intelectuales o artistas, lo mismo que muchos creyentes, no acierten a explicar en segundos sus razones de "ser". Pero en la frase "lo llevo en el alma", dejan perfectamente dicho todo. La fe es fundamentalmente aceptación cordial, ade– más de obsequio mental. 33

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