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133 Telenodriza. "Despertar no ha de tener lugar necesariamente des– de el sueño". Uno puede estar dormido de muchos mo– dos, incluso en vigilia: entontecido, alelado, embebecido, ofuscado durante algún tiempo por algo; por ejemplo, por la televisión. Es el caso del niño inadaptado y llama– do televidente, drogado por la "caja boba" que embobe– ce. A un chico despierto (despertar es la reiteración del nacer, es volver a nacer, nacemos cada vez que desperta– mos), a un chico despierto le preguntaron: - "¿ Cuál ha sido para ti el día más bello?". - "Hoy", -contestó. - "¿ Y la cosa más bella del mundo?". -: "Que me quie– ran". Le volvieron a preguntar: "¿ Cuál es para ti la dis– tracción más grande?". - "Jugar. Y sobre todo, jugar con mi perro". Era avispado el chaval. Vivía el momento. Gustaba el amor. Gozaba el dinamismo, el juego... Por lo visto no es este el caso de ese niño que apareció en una publicidad televisiva, ensimismado ante la pantalla y que no atendía a su perrito zalamero, que era una maravilla de educa– ción, que le tiraba de la manga, y que le traía el balón, el barco, el patín, invitándole a jugar. El chico, nada, bo– quiabierto y pavitonto ni pestañeaba ante la "tele". En vista de que no le atendía el inteligente perrito trajo la maleta, metió en ella todos los chirimbolos y se fue con las orejas gachas. 348

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