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132 Saberse ladear. Este capítulo, como todos, tiene como fin estimular, sugerir; de ningún modo perdernos en razonamientos. A un niño le preguntaron: -"¿Qué es una persona?". Y contestó: - "Una persona soy yo". Y tenía;'fazón. Sin meternos en muchas filosofías diremos que un individuo tiene personalidad -es persona- cuando sus formas de comportamiento, su modo de relacionarse con los otros y con el ambiente, sus conocimientos, sus aspectos afecti– vos, impulsos y actitudes, guardan un todo a,rmónico y equilibrado. Me ha llamado la atención una frase que el escritor español Baltasar Gracián escribe en su libro "Oráculo manual y arte de prudencia", y la he espigado para uste– des. Dice: "Un atajo para ser persona es saberse ladear". Sí, ladearse. Inclinarse, echarse a un lado. Y es que por la vida no se debe ir de "embestida", como los carneros. Hay muy pocas cosas en las que no se pueda ceder un po~ co, dialogar, "ladearse" con arte y amistad; para no cho– car. Todas las distancias tienen un atajo, un camino más corto para llegar al fin, incluso la santidad. El camif!o más corto para la santidad es el martirio. Y la senda breve para "ser persona" es "saberse ladear", hacer un quie– bro para vencer los obstáculos y evitar enfrentamientos y desgaste innecesarios. Nadie pretenda tener un amigo -que es nuestro se– gundo ser- si no aprende a escuchar, comprender, y prac– ticar el buen trato por el que se comunican sentires, gus- 346

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