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de las madres", en el "quiero"y en el "deseo", que es el don sincero de ellas mismas. "El hombre es la única cria– tura terrestre a la que Dios ha amado por sí misma". Y la madre desde el comienzo de su maternidad, y al dar a luz al hijo, abre todo su ser a la nueva criatura y se realiza en plenitud. Sólo la mujer-madre siente el gozo y la convicción de participar del poder creador de Dios: ese gran misterio del "eterno engendrar". La maternidad no es sólo un hecho bio-fisiológico. Es un fenómeno humano unido al pro– pio ser femenino y a la dimensión personal del hijo. La gestación acontece en ellas; no en su cuerpo sólo, sino en la mujer de quien es ese cuerpo. "Llevan el niño en el corazón'', no sólo en el vientre. La maternidad es algo profundo en la mujer. "Pa– gan" la gestación y en ella dan energías del cuerpo y del alma. Por eso en la maternidad existe una comunión especial en el misterio de la vida que madura en su seno. Saben lo que portan dentro de sí mismas. Aceptan y aman al hijo como persona. Y lo que es todavía más her– moso, desde ese cohtacto único, amoroso y vital, -que el hombre no puede tener- proyectan una actitud hacia el mismo hombre, incluso hacia el mundo, muy especial, in– tensa y personalísima. En el regazo de la mujer continúa la historia de la hu– manidad y sólo por su maternidad jugosa y flexible, pue– den evitar que la humanidad se disgregue y pierda cali– dad... 343
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