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127 El pájaro de la alegría. Cierta tribu indígena de América compara al hombre y a la mujer, es decir, al ser humano, a una bellísima casa, a una bien construida choza, habitada por un pájaro can– tor que la llena de alegría; este pájaro cantará el alma. Y cuentan que a una hermosa casa, picuda y redon– da, la maleficiaron espantándole el pájaro que alegre can– taba dentro de ella, desde la mañana hasta la noche. La casa -la persona- quedó sin alma, sin fuerza y sin alegría. El pájaro de la alegría se escapó volando por toda la pa– red del cielo. Y con esto, cayó la tristeza sobre la casa. Estando así la casa, -la persona- la vio un pájaro campanero y le preguntó qué le pasaba: - "Me espanta– ron el pájaro de la alegría que vivía dentro de mí y estoy con el mal de la tristeza... ". -"Yo te lo remedio", dijo el pájaro campanero, y comenzó a cantar: "El pájaro de la alegría que le oyó, volvió a la casa y con él, otra vez, el gozo y la felicidad". "Sin alegría", concluye esta leyenda de la literatura indígena, "la persona no puede vivir". Cierta noticia de prensa recomendaba hace unos días dar rienda suelta al genio, al malhumor, a la rabia. Y afir– maba que contener la presión de la cólera, produce más infartos que descargar el ánimo con gritos, puñetazos y bufidos... ¿Todavía más incordio, más estridencia y más belicosidad? 336
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