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terés de los demás". La persona que tenemos al lado es tan importante como nosotros y comprometida como no– sotros en la misma tarea de hacer un mundo de intereses comunes en el que nos sintamos cómodos. - "Hombres, no tracéis planes de destrucción ... Formad proyectos de consuelo común... ". A ninguna ta– rea se puede dedicar el hombre, desplegando más belleza, que a la de organizar planes de fraternidad, a estrechar las manos de los hombres, unir las palabras en diálogo, participar en la misma mesa. Cada uno tenemos una letra de la palabra P-A-Z y hemos de juntarlas... "para con– suelo común". - "Hombres, comenzad de nuevo a acercaros los unos a los otros con la idea de construir un mundo nuevo". Es el corazón el que manda. Teorías nos sobran. En un ambiente de bondad, creado a base de esterilizar egoísmos personales, se entretejen los hilos de una socie– dad nueva. Somos todos obreros de un mismo telar y es la . convivencia de cada día la que nos proporciona los cabos para construir un mundo más feliz. - "Hombres, escuchad el eco resonante de la pala– bra de Dios: "Bienaventurados los mansos, los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios". Los políticos ,no comprenden esta paradoja de lo evangélico, pero es en el tono menor, en la mansedumbre, con el ánimo so– segado, como mejor nos entendemos con Dios y con los hombres. Paz es lo que es vivido como tal. No hay más misterio. 335
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