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dar el pan, bebida, vestido y casa a quien carece de ellos. Es una jerarquía de valores". Lo extraño no es que el Papa haya recordado algo, que en los primeros tiempos de la Iglesia fue una "praxis" y una enseñanza constante. Lo raro ha sido que este recuerdo ha sonado a algo nuevo, a algo extraño, a los oídos de muchas personas, incluso cristianas. Lo que quiere decir, que en la Iglesia, a pesar de su preocupación por ellos, se tiene abandonados a los pobres. La caterva de pobres y necesitados era la masa que seguía más habi– tualmente a Jesús. Jesús no especuló sobre las finanzas y sob.re el desarrollo humano. No había venido para eso. Vivió sencillamente con los hombres y socorrió sus nece– sidades. Cuentan las "Florecillas de San Francisco y sus com– pañeros" que estando Fray Junípero orando delante del altar, llegó una mendiga y le pidió limosna por amor de Dios. El original Junípero se dirigió al altar, que estaba muy bien adornado con un raro mantel del que colgaban campanillas de plata de gran valor: - "Estas campanillas están de sobra", pensó. Y pensado y hecho: las cortó y se las entregó a la pobre. "jDios no quiere ostentaciones. Vete con ellas!". Lo raro del caso es que en vida de San Francisco hu– biera en una Iglesia franciscana un altar con campanillas de plata. ¡Pero valga como ejemplo.. ! No es que ahora tengamos que desposeer apresuradamente de nobles adornos nuestras iglesias, lo primero que tenemos que ha– cer es mentalizarnos en el Evangelio. 333
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