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día, se les quebraron las alas "al tropezar con una nube negra y dura", y se les apelotonaron grotescamente sobre los hombros ... , por eso les entierran de perfil. .. A ti te en– terraron de cara a las estrellas, mozatón vertical, de casi dos metros de altura y cien kilos de peso. De joven yo so– lía cantarte con mi mala voz aquella tonadilla de tu tierra leonesa: "Mozos hay en la ribera / cuando llevan el pen– dón / no hay viento que se lo mueva... ". Aquel mozatón sacerdote de fe firme y palabra segu– ra, se entregó al trabajo y se fue gastando, sin darse cuen– ta, en una razonada actividad, en un dinamismo trasno– chador, en una laboriosidad constante _llena de viajes, carpetas, congresos, micrófonos, oficinas, conferencias, púlpitos... De la mano de Dios andabas por ahí, incansa– ble. "Buenos días nos dé Dios", amigo Llamazares. Para ti ya son eternos. A la vera de tu tumba me recito los ver– sos de Jorge Manrique: - "Metiole la muerte luego en su fragua. Cuando más ardía el fuego le echó agua". La muerte te salió al encuentro, y con tu tempera– mento pausado y lento la interrogaste si el amargo trago del cáncer era tan doloroso. La última nota que me en– viaste decía: "Querido Fermín, suena por ahí un runrún de que no me encuentro bien. Y es posible que sea defini– tivo. Si asíjuera, espero que Dios me conceda en el tabla– do del cielo un micrófono para seguir enviando a los hombres "Paz y Bien". ¡Qué formidable! Tenía pendiente contestación a tu carta. "Buenos días, hermano Llamazares". Ya estás en tu sitio en la ca– sa eterna y celestial del Padre. 331

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