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Pensemos que, incluso, gentes muy sencillas confían que la técnica, la investigación y los adelantos le solucio– nen los problemas vitales, que sean la clave de todo fenó– meno: de la vida, del trabajo, del dolor, de la muerte. Se duda, se titubea, no hay explicación más allá. Se vive un escepticismo contagioso ante todo lo que rebasa la reali– dad experimental. La bella diversidad de las cosas, los lla– mados milagros de la técnica, en vez de favorecer, "ata– can" la fe. "CREER SIGNIFICA PODER SOPORTAR DUDAS", afirmó el cardenal Newman. En la sociedad actual el cristiano ha de imponerse constantemente con– tra la duda, asegurarse en aquellos fundamentos válidos que permanecen cuando la técnica y la ciencia experimen– tal fallan. Educadores ·y sociólogos afirman que "padecemos un enfriamiento alarmante del sentimiento que ataca to– das las actividades humanas. La lucha por vivir, la pre– sión social, la técnica matemática han robado calor al cli– ma de nuestra época, y por eso la fe de los hombres, que tenía que ser sustancia y amor... , se vive, en los que la conservan, más como mera fidelidad a Dios, sostenida a fuerza de lucha para no perderla, que como gozosa viven– cia". El plan de reto y provocación de nuestra sociedad es porque sufre un debilitamiento de la firmeza y energía. Sin fe el hombre es menos auténtico: confía en cosas y no en quien sustenta las cosas. El ansia de catar cada día sen– saciones y nunca aquietarse, la cambió, desilusionado, San Agustín por este otro anhelo: "Ansío conocer a Dios y al alma... , y nada más". 325

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