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119 Ponerse trascendente por un dfa. No nos apercibimos que el verano ha pasado,_ hasta que una ráfaga de viento del otoño mete en nuestra habi– tación la primera hoja seca. Sobre mi mesa de trabajo ha caído una hoja dorada, turgente, prodigiosamente ínte– gra.. , Ha llegado por la ventana como una gracia actual y se ha posado delicadamente frente a mis ojos, junto a un rimero de cuartillas. En esta hoja he visto resumida toda la frondosidad del bosque, toda la transitoriedad de los verdes nuevos de primavera, de los verdes maduros del verano. Dentro de unos días los vientos llevarán las hojas por los caminos. Los barrenderos de las ciudades podarán los árboles y ba– rrerán parques y jardines. Una vez más "las selvas se mu– dan en las hojas". Así nuestras vidas se mudan en los días... "Si me preguntan dónde he estado, debo decir "su– cede" escribe el poeta chileno. Sí, la vida "sucede", acontece, se cambia, se renueva. Hoy no es lo mismo que ayer. En esto está la belleza de la vida y su temor. Y no nos damos cuenta de que nuestra vida va pasando y cam– biando, hasta que se nos cae la primera muela, muere el primer hijo o vemos vacío a la hora de la mesa el puesto de nuestra madre... ; hasta que reparamos que los niños crecen... o hasta que una mañana de otoño una hoja seca nos alecciona sobre la marcha de la vida.... 320
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