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112 La importancia del niño. Septiembre está comprometido con la nueva entrada del curso. Vuelve el equipamiento de libros, carpetas, bo– lis y vestimenta escolar, y este acontecimiento repetido orienta algo más la atención de los padres a los niños. Ol– vidar que los niños están ahí, junto a nosotros, a nuestro lado, no sólo como testigos, sino como agentes en nuestra vida, es un error demasiado frecuente en los padres. A veces se habla de los niños como de algo aparte, marginal, en las relaciones de los mayores, como si exis– tieran en el entramado familiar o social como un hilo de– masiado tenue. Como si ser niño fuera sólo un mero esta– do temporal de ser. Y no es así: todo lo humano es algo más que una manera de ser temporal. Lo humano de hoy del niño, le permanece cuando es adulto. El niño tiene más importancia que todos los sucesos que diariamente ocurren, acontecen, vµelven y se repiten, y a los que los mayores damos tanto relieve e importan– cia. La sociedad, la familia está ahí, dinámica, haciéndo– se diariamente con tres protagonistas: el hombre, la mu– jer y el niño. Ni primero ni último, ni más importante ni menos. Necesario. Los niños no están junto a nosotros, están con nosotros. A su modo son agentes y testigos de acontecimientos buenos y malos, de sentimientos, ideas y relaciones, de fe y pecado, de errores y verdades. Actúan, ven y viven el clima social y familiar de los mayores, acaso como testi– gos más insobornables y silenciosos que nosotros. 306
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