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7 Aun con el agua al cuello La entrevista fue muy breve. La mujer que se me acercó no me conocía más que de "oídas". Me dijo que no traía ningún problema perso– nal, que quería servir sólo de "enlace" entre un sacerdote y su hijo, que la había interpelado, no sin un aire de reto, así: - "Cuando encuentres un sacerdote que crea que se puede ser cristiano, aun cuando se caiga en pecado, me avisas". Miré a los ojos a aquella mujer y le dije que yo creía eso a pies juntillas. Que los cristianos caemos constante– mente en pecado y no por eso perdemos nuestro propó– sito de fidelidad en seguir a Cristo y su Evangelio, ni nuestra conexión mental y cordial con el Salvador Jesús. Se ha llamado al Evangelio de San Lucas el "Evan– gelio de la misericordia", sólo porque la misericordia es la verdadera cara de Dios, su definición. Con la venida de Jesús al mundo apareció la benignidad de Dios en la tie– rra. Benignidad que es amor. Más, que es ternura. Sin retos de ninguna clase, más que el reto del amor, yo le diría a este muchacho que el auténtico rostro y fiso– nomía de Dios es la misericordia y que el Evangelio pone de relieve que el Maestro no se rodeaba precisamente de gentes puritanas, sino más bien de pecadores, con los cuales tenía rasgos de amor entrañable. 26

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