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106 Despacio: ¡Admirad! "El único y definitivo viaje que Dios hizo fuera de sí mismo fue a la tierra. Hecho hombre, nos vino a visitar, y como un turista plantó tienda en nuestros valles. En cier– to modo, Jesús, Dios-Hombre, fue un turista entre noso– tros. Turista, en el sentido en que entiende esta palabra un periodista norteamericano, en un libro de viajes titula– do: "Renovando un asunto de amor". Dice: "Para amar bien es conveniente contemplar y querer lo extraño". Y en esto nadie aventajó a Jesús. En el cielo veremos la cara de Dios y por eso seremos esencialmente felices. Pero en la tierra una de las delicias humanas es ver, contemplar las bellezas caídas en las co– sas, el paisaje, los monumentos, el arte, las costumbres de las gentes, donde el hombre siempre deja rastros hermo– sos. Viajar, hacer turismo, es ir buscando la cara polié– drica del Creador. Interpretado bien el turismo es un dul– ce errumbeo por la variedad y muchedumbre de las cria– turas. Los cielos y las carreteras y las ciudades se llenan de turistas. Hemos de recibirlos, soportarlos y quererlos. El turismo es una gracia abundante de las nuevas genera– ciones. Se nos ha dado la rapidez, la facilidad del viaje, el . l ' ir y vo ver. .. La gran tentación del sabio antiguo: "Para saber, viajar", se ha convertido en el slogan publicitario: "Via– jar, para ver". Antes de perder el hombre el sentido de 293

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