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tual de San Francisco de Asís. Toda su teología consiste en la concepción de Dios como Bien, sumo Bien, como felicidad del hombre... Cuanto existe en el universo es efecto de la bondad de Dios; en todos los seres Dios se de– rrama generosamente como bondad y belleza. Hombre de ciencia, como era, y escritor, tradujo en términos científicos y místicos, el "cántico del hermano sol", de San Francisco, poema en el que el "pobrecillo de Asís" arrancó a las criaturas todas una respuesta filial al Padre, al Creador. En un pequeño-precioso libro que titula: "Itinerario de la mente hacia Dios" contempla San Buenaventura to– das las cosas, las bellas realidades existentes, con su peso, número y medida, y avanza por ellas, pasando de lo sensi– ble a lo intelectivo, después a lo sobrenatural, hasta llegar al Amor que mueve el sol y las estrellas: Dios. El amor y el pensamiento del hombre peregrinan por lo creado. Y a esta visión del mundo la califica San Bue– naventura con una sola palabra: "transitar": ir siempre más allá, pasar, hacerse mejor, lograrse, que diríamos hoy, hasta llegar a la Bondad. Contempla el universo embellecido de seres múlti– ples, de realidades estimulantes, pero todos son "huella, sombra, resonancia" del paso creador que les dio el ser. El hombre, pues, "transita", camina, por la plataforma de este mundo hermanándose con todos los seres, goza lo hermoso, lo suave, lo saludable, sin dejarse "agarrar" por las cosas. Este caminar es un trabajo que ha de hacerse -dice el santo-, con diligencia, aceptablemente, íntegramente (evitando la duplicidad de intención) y con cordura; por- 286
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