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Le bastó un soplete y su imaginación creadora de ar– tista para convertir aquel montón de lata en una bellísima pieza de arte moderno que hoy se admira en la catedral nueva de Coventry. No queda ahí todo. Helen afirma que este Cristo su– yo, donado a una ciudad crucificada por la guerra, fue trabajado con la intención de recordar que todas las cru– cifixiones del hombre por el hombre en los accidentes de imprudente circulación, lo mismo que aquellas que pro– ducen las guerras, solamente pueden ser redimidas por el amor. Desde luego, basta una mirada a este Cristo, ungido por el calor de la soldadura autógena, para imaginar, en cada una de las piezas que lo constituyen, trozos dolori– dos de vidas muertas en el asfalto y soldadas al dolor uni– versal... El número de muertos en carretera estremece. ¡Yo no quiero despertar en el cielo de los bienaventurados de repente, desde el asfalto de la calzada! Quiero, cuando llegue el momento, despedirme de la vida humana, del cielo que se ve desde mi ventana, de los míos, lentamente... , porque, aunque no definitiva, el Creador hizo esta vida hermosa. La estadística de muertos parece que ya no nos dice nada para meternos en razón. ¿Cómo detener esa impa– ciencia apocalíptica con la que algunos van por la vida? La vida del hombre es creación de Dios y responsabilidad del hombre. Una devolución prematura de la vida es un "no" humano al "sí" divinoº Lo hermoso, lo natural, lo deseable es gastar la vida con el ritmo que imprime la na– turaleza no por un estallido irracional. La poetisa Gloria Fuertes, con ese modo suyo de di– fundir paz y bondad en versos pequeños para niños dice: 270

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