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asqueado. ¿El cine?, te parece recurso de tontos ... ¿Por qué no ir a hacer una visita? Hace mucho tiempo que no sabes de aquel amigo, de aquella amiga. En ese silencio que habéis mantenido du– rante meses, han podido ocurrir cosas buenas o cosas de– sagradables. Alegrarse con el amigo, con el conocido, compartir un pesar puede ser esta tarde de una alegría inesperada para él. En las enfermedades graves molestan las visitas, pero en las convalecencias largas son un relax inestimable. Los enfermos tienen "hambre" de ver otros ojos alegres, otro tono de voz, contemplar labios que sonrían y traigan nue– vas de fuera. El que sufre la ausencia de una persona que– rida que espera; el que es feliz con su dicha; aquel a quien sonrió el éxito, se casó, tuvo un hijo, ganó una oposición, hizo un buen negocio, recibió gratas noticias... , o senci– llamente sabemos que tiene un día malo... Jesús pasó por Betania, y se detuvo largas horas en la casa de sus amigos. Para algo nos ha quedado el relato en el Evangelio; incluso advertimos en él una lección de buen comportamiento, porque no se trata de muchos agasajos; valen más el silencio o unas palabras afectuosas y atentas. La vida de Jesús se puede reducir a una visita entraña– ble que Dios nos hizo. Al mismo Jesús le agradó la visita nocturna que le hizo Nicodemo y las cosas importantes de las que hablaron las recoge el Evangelio. Una de las cosas más cristianamente buenas que podemos hacer es acom– pañar y gastar tiempo acertadamente con los otros: com– partir gozos, intercambiar ideas y sonrisas, aliviar dolo– res, hacer olvidar disgustos, matar soledades, sembrar alegrías en un corazón mordido. La visita no se sustituye por la llamada telefónica. 268

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