BCCCAP00000000000000000000396

¿Nos podrán atenuar responsabilidades la precipita– ción, las prisas, la fatiga, el diluvio de información pesi– mista que los medios de comunicación vierten a diario; la compleja red de deberes y derechos que nos empuja a pensar sólo en nuestros propios intereses, procurando no mezclarnos, por si acaso, en negocios ajenos .. ? La sicología da por supuesto que el fenómeno de la insensibilidad sólo es posible en un clima de mórbida in– diferencia a los acontecimientos del prójimo que creemos que no nos interesan. Toda persona humanamente ma– dura es sensible. Y la sensibilidad es el preámbulo del amor. Quien se considere a sí mismo cerrado al humanis– mo, a la relación interhumana o al encuentro espiritual con los demás, contagia el ambiente de frialdad, de sole– dad, de competencias. ¿Resultados? Una cantidad de tur– bados psíquico-sociales que hacen de nuestra sociedad un ámbito donde coexisten la apatía y la injusticia... Según estudios realizados últimamente por especia– listas en siquiatría y sicología médica, entre el seis y el ocho por ciento de la población adulta está afectada en la actualidad por algún tipo de depresión, y se estima que son un millón y medio los españoles que sufren algún cua– dro depresivo. Los médicos y los confesores somos testigos de la tragedia íntima de estos seres y podemos ofrecer datos muy concretos al respecto. Una de las mayores tristezas humanas es sentirse olvidados, aislados de toda atención, al margen del amor. Es el Evangelio el que ofrece la nove– dad radical de la confianza interhumana que tiende a crear la fraternidad universal... Es preciso actuar cada uno de por sí para devolver el tono y la alegría de vivir a los desalentados, abriéndoles puertas. Para Dios todos somos importantes; pero no basta, la persona necesita ser importante en el corazón de los demás. 262

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz