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94 Un mal de nuestros días, la indiferencia. En una de esas entrevistas que suelen mandar hacer por la calle algunos profesores de bachillerato a sus discí– pulos, me preguntaron: - "Si usted cree en Dios, ¿ quién es para usted Jesu– cristo?". -Para mí Jesucristo -les contesté- es Dios hecho hombre, disponible y abierto a la comunicación y al amor del hombre, incluso al milagro. - "Quiere decir que Jesús no es cerrado como noso– tros y que nadie le cae indiferente...Hoy al recordar esta anécdota, me doy cuenta de que mi definición, si no fue muy profunda, estuvo acertada, ¡muy acertada! Acabo de leer que un célebre siquiatra ha afirmado que la indiferencia es un mal de nuestros días. Cada día afrontamos espectáculos dramáticos y hasta horribles ac– cidentes, muertes, abandonos, hambres... , etc., a los cua– les no prestamos ningna atención. ¿Nos está fallando la educación humanística? ¿Qué excusa pudiéramos encon– trar para esta falta de reflejos humanos y cristianos ante la necesidad y el dolor de los otros.. ? 261
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