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93 Los ojos del corazón. Una de las frases más hermosas que escribió San Pablo fue esta: "La fe y el amor iluminan los ojos delco– razón" (Ef. 1, 15). Por el contrario, nunca me hizo gracia la frase del filósofo Hegel -escrita sin duda en un día de mal despertar-: "El hombre es el animal enfermo". Me– jor podría habernos dicho que el hombre es un ser que lu– cha, insiste, busca la felicidad, se entristece, quiere nacer de nuevo cada día, que eso es vivir. Porque no existe nin– gún fracaso irreparable mientras amemos. Posiblemente andemos en estos momentos demasia– do inquietos por estar a la última en técnicas, filosofías, estructuras sociales ... , y descuidemos el corazón. Porque el corazón necesita cuidado, y mucho. No sea que presu– mamos falsamente de progresismo intelectual, mientras el corazón lo tenemos "viejo". El hombre de hoy no le está dando al corazón la importancia que le corresponde. Je– sús sí. "Del corazón, de la interioridad del hombre, pro– cede todo lo bueno y todo lo malo que hace... ". Aunque dicen que "el corazón no envejece", no pa– rece esto verdad. Si el corazón evoca la vida afectiva y la riqueza interna de la persona, podemos deducir por cier– tas conversaciones, modos de ver, y enjuiciar los aconte– cimientos diarios que hay bastantes personas con el cora– zón "envejecido". ¡Tan entusiasta como era Jesús de la vida y de la renovación!: "Quiero que el hombre tenga vi– da y vida abundante, nueva". 259
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