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facilidad para entablar relaciones y comportarse en visi– tas, banquetes y reuniones; en su temple sereno en la con~ versación; en las intervenciones sociales y privadas; en su actuación comprensiva siempre ... , en su retiro para orar. Reposadamente, puede ser el adverbio que defina nuestras vacaciones. Hacer cosas, leer, pasear, viajar, conversar, ayudar en casa, meditar, visitar a un amigo. Pero reposadamente, porque esta actitud tal vez nos pue– de ayudar a repasar nuestra vida demasiado inquieta. To– do en un ambiente de paz y de satisfacción. Durante el año el trabajo nos carga de preocupacio– nes y nervios. En vacaciones, el trabajo tiene que ceder al clima de libertad, a la reflexión distendida. En el ABC de las vacaciones ha de figurar, después del descanso y la oración diaria, algo muy importante, de lo que estamos careciendo y necesitamos mucho y que Cristo practicó: fomentar y crear amistades. Tener ami– gos es una gran riqueza. Cultivar los que se tienen y aumentarlos, todo un arte. Es muy fácil perderlos por ol– vido o por egoísmo. ("No dejes que la hierba crezca en el camino que lleva a la casa de tus amigos"). Nadie que no practique una ascética de control per– sonal de sus impulsos y emociones, conectará a fondo con otra persona. La vida de Jesús fue un aguantar defec– tos y escuchar. El último estadio de la relación cordial de Jesús con sus discípulos fue considerarlos AMIGOS. "Ya no os lla– maré siervos, sino amigos". Tan importante es esto que la definición que el Vaticano II, nos proporciona de la fe, parte del hecho antropológico de la amistad. "Dios con su bondad se reveló por Cristo. Y habló por él con los hombres como "amigo"... y les contó las "intimidades de Dios... ". (D. V. 1-2). 22

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