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- "A los 18 años hay jóvenes que no saben leer. ¡Gracias, Señor, por haberme dado los ojos y con ellos el gusto por la lectura!". -"He perdido la gran compañera de mi vida. Gra– cias, Señor, por haberme dado amigos que me brindan su amistad!". La verdad es que la mayoría de las veces se nos esca– pan estos detalles y no los sometemos al aire de la gozosa reflexión, porque los tenemos a uso cotidiano, en los ojos, en la amistad, en la compañía, en el amor, en la sa– lud... En esa cantidad inmensa de pequeñas cosas, satis– facciones, gracias, de las cuales está hecha la trama de la vida y sin las cuales ésta pudiera volverse amarga. Y sin embargo, millonarios de estas enormes pequeñeces, nos volvemos exigentes y presuntuosos, fantaseamos y ambi– cionamos tonterías. No apreciamos un trozo de pan y mi– llones de seres humanos carecen de él. Importa que nos demos cuenta, de cuándo en cuán– do, que caminamos porque tenemos las piernas sanas; que hablamos porque tenemos movilidad en la lengua; que compartimos porque tenemos amigos... Reflexionar así nos puede hacer más humildes y agradecidos y curarnos de ambiciones desmedidas, cuan– do la fortuna no nos sonría demasiado o nuestras aspira– ciones queqen cortadas por la realidad. E, incluso, ante el fracaso de proyectos, podemos pensar que nos quedan entre otras muchas cosas, dos manos para trabajar, inteli– gencia y amigos ... toda una riqueza por la que dar gracias a Dios. 252
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