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89 Gracias por mis piernas. -"GRACIAS, SEÑOR, POR MIS PIERNAS". Esta frase no la ha pronunciado ni un deportista ni una bailarina. La cosa ha sido mucho más sencilla, por eso la traigo a este comentario. Jesucristo daba gracias también por cosas así: "Porque Dios, por ejemplo, revelaba mis– terios a los pequeñuelos". Y a mí me enseñaron desde ni– ño a "dar gracias, porque Dios me había dado herma– nos". Más tarde comprendí qué grandeza se encerraba en este "tener hermanos". En una reunión en la que se celebraba una misa en alta montaña, cada uno de los asistentes dio gracias a Dios por el beneficio que en aquel momento le estuviera más agradecido. Y hay que destacar que ninguno se alzó en vuelos místicos; todos se quedaron "a ras de tierra" por donde se hace la andadura de la vida, en un juego de acción de gracias por cosas sencillas y minúsculas: - "En mi barrio tengo un amigo que apenas puede andar. ¡Gracias, Señor por mis piernas!". , - "En muchas familias los padres sufren porque los hijos no practican. ¡Gracias, Señor, porque los míos to– davía gustan y viven la misa!". - "En muchos matrimonios, con varios años de' ca– sados, ya no saben de qué /hablar. ¡Gracias, Señor, por– que con veinte años compartidos, cada día tenemos más cosas nuevas que decirnos!". 251

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