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1 - "¿ Quién eres tú? -Un sacerdote polaco... La demanda fue aceptada. Y el número 5.659 correspondiente a Gajowniczek, que se había echado a llorar pensando en sus hijos y conmovi– do a Maximiliano Kolbe, fue sustituido por el número 16.670, correspondiente al fraile franciscano. Se consu– mió, como otros, en el "bunker de la muerte", hasta que una inyección de ácido fénico puso fin a su vida... Ga– jowniczek pudo ver al P. Kolbe en los altares. A cuarenta y cinco años de distancia de estos hechos, el escritor Elie Wiesel, con el Nobel de la Paz en las ma– nos, pidió "un milagro" para que no se repitan estos ho– rrendos holocaustos de la humanidad... Pero no se nos va a dar otro milagro que el milagro del amor. El amor del que escribió San Juaµ: - "En esto hemos conocido lo que es el amor: en que El-Jesús- dio su vida por nosotros, para que también nosotros demos la vida por nuestros hermanos". Este es el "milagro". Y no hay otro. Elie Wiesel, premio Nobel de la Paz, y San Maximilia– no Kolbe, mártir, purificados los dos en el horno de "Auschwitz", y hoy con palabra alta en la historia, coin– ciden en persuadir a los hombres que quien ama y sirve no crea cruces a los demás con su egoísmo. El amor facilita el milagro de la paz y no permite que la guerra y la muerte y la miseria tengan palabra entre los hombres. Elie Wiesel, escritor que denuncia. San Maximiliano Kolbe, mártir en razón de Dios y del hermano, no de un sistema. Auschwitz, holocausto irrepetible si se enciende en el mundo la hoguera del amor. 248
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