BCCCAP00000000000000000000396

Los pobres siguen deambulando con hambre por nuestras calles, niños, jóvenes y viejos ... Aquí en España, ' ' en los metros de Londres y Pans... , y en Calcuta... ¿Quién puede cruzarse de brazos esperando que llegue -¿cuándo será?- la justicia equitativa? No es el estilo de la Iglesia cruzarse de brazos, mien– tras las entidades civiles especulan, ineficaces, acerca de las estructuras o delimitan la geografia del hambre o ha– cen el recuento del número de mendigos en nuestras ciu– dades... No puede dejar el Evangelio a un lado, aunque se tilde de "parcheo" o de "remiendo", la ración de co– mida diaria, la limosna de urgencia, el vale de leche a la puerta o en la cocina económica. La Iglesia suple con la caridad y beneficencia la carencia de justicia en el mundo. No ignora la Iglesia que trabaja, y siempre trabajará en precario, con estas "chapuzas", con estos "parcheas" que malcubren la espera de la obra social perfecta que siempre proyectan hacer, y nunca realizan, las solemnes entidades civiles... Son muchos los que se encuentran a gusto especulan– do soluciones a algo tan primario como el hambre, mien– tras es el amor cristiano el que da acogida, pan, comida y vestido al necesitado, con esos criticados y "dichosos" -de dicha, no de decir- "remiendos" que el amor ingenia. Las obras sociales más eficaces a favor del pobre de la ca– lle, a escala mundial, las realiza la Iglesia. "Mientras es– tudiáis, políticos, el cambio de estructuras sociales -decía Teresa de Calcuta- se me puede morir un pobre de ham– bre". Esta es la pena. Y junto a ella está el amor cristia– no. 244

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz