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turbinas hidroeléctricas para aprovechar la corriente de las cascadas para dar luz, calor y aire. Además de su la– bor de nuncio del Evangelio, de educador, de amigo y compañero de los indígenas ... , en 44 años de misionero ha enseñado a los indios a emplear la piedra como ele– mento de construcción -desconocido por ellos-. Y cuando algunos pueblos de España todavía carecen de agua co– rriente, en aquel rincón del mundo, con medios rudimen– tarios, este hombre se la ha llevado a las chozas indígenas desde más de treinta kilómetros ... ¿ Ustedes imaginan a este misionero y a otros em– pleando la pared de la casa pintada de blanco, como piza– rra, para enseñar a los indios a leer y contar por no tener otro medio, o aprovechar el margen blanco de los perió– dicos para escribir por carecer de papel..? - "Aquí tenéis múchas cosas -me dice-. Nosotros nos hemos acostumbrado a vivir sin cosas superfluas. Un indio es rico con un chinchorro, una casa de palma y un machete, que incluso lo presta cuando no lo utiliza. Vo– sotros vivís preocupados, con prisas. Allí el tiempo es más elástico. Después, estáis abrumados por teorías polí– ticas, religiosas, periódicos, televisión, radio... Se os de– rrama el espíritu, os dispersáis, vivís de sobreañadidos... : Nn se necesita tanto! Mi amigo misionero, ha decidido volver -si la salud se lo permite- a los indios pemones. En la Sabana no es– tán las casas encima, ni hay semáforos, y al salir a la puer– ta la vista se pierde en la lejanía y en el verdor de la selva... Y con ella se interroga al cielo. Así de sencilla, elemental y trabajada es la vida del misionero. Todas las filosofias que configuran nuestra vi– da de civilizados occidentales se doblan como un junqui– llo ante la espontaneidad y fuerza de quienes cada día se enfrentan con pobres recursos a la subsistencia: .. :Noso– tros casi no nos damos cuenta de lo que nos sobra. 234

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