BCCCAP00000000000000000000396
La Biblia habla de "Hombres de verdad" (Ex. 18, 21), hombres honrados y de confianza y vincula este lim– pio comportamiento a "tener corazón fntegro", "a prac– ticar el bien y la justicia" y relacionarse con Dios. Ser honrado es "hacer la verdad", "caminar en la verdad", "obrar con lealtad", y la lealtad ya se sabe, es amiga de la bondad. Bastó que un día un campesino le dijera a San Fran– cisco de Asís: - "¿Eres tú Francisco?". - ''Sí'', - "Pues procura ser tan santo como la gente dice... ", para que se tirase a los pies del labriego dándole gracias por el consejo. - "Si me tienen por un hombre bueno y no observo una vida igual, cual corresponde a es– ta opinión, sería un hipócrita", afirmaba el santo. La verdad, la honradez, la sinceridad designan el plan y el querer de Dios. Dios se reveló en sinceridad. Y así ha de proceder el hombre en relación con los demás... ¡La nobleza y la sinceridad son normas de conducta en la vida de muchos! Lo cual no impide reconocer que la hon– radez no es la tónica de nuestra sociedad. Y esta virtud o su carencia repercuten en la comunidad social de manera muy grave, por muy hábil que se sea "para cambiar el cordero muerto por el vivo". Tropezamos a cada paso con muchas acciones inno– bles, faltas de luz, de transparencia... Existe un falso de– coro que nos afecta a todos y debajo se mueve el gusano de la mentira, y la vergüenza. Jesucristo desemascaró en muchas ocasiones a los hi– pócritas. Y recomendó "vosotros no seáis as(". La fábula 229
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz