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77 Maestro y discípulos. Despierta Dios el día. Y cada septiembre despiertan las aulas de nuestras universidades, institutos y colegios. Vuelve, en su eterno retorno, el tema del aprendizaje y de la enseñanza. En mis años de estudiante, paseando por las calles de Salamanca, un profesor nos decía a un grupo de alumnos que él tenía para andar por casa esta gradación de valo– resr eran cinco: la gracia de Dios, el don de la salud, el don de la amistad, el don de haber podido estudiar y el don de haber podido viajar. Y con respecto a la amistad afirmaba que los amigos no debían ser menos de tres, co– mo las Gracias, ni más de siete, como las Musas. Más de siete la amistad se dispersa y la lejanía impide el contacto directo. En nuestras universidades y colegios no se ha encontra– do el número de alumnos ideal para crear el diálogo entre profesores y alumnos. Los libros del Antiguo Testamento y el Evangelio, pasando por la literatura y filosofía clási– ca, describen cómo el Maestro y el discípulo se interrela– cionan en la comprensión, en el respeto y en el reconoci– miento. No hay trasmisión de cultura sin buena relación en– tre Maestro y Discípulos. Se darán intercambio de datos, conocimientos, acervo de saberes, teorías, sistemas ... Pe– ro no cultura. La cultura requiere relación de amistad. En el Evangelio Jesús elige un grupo de discípulos con los que intima y se relaciona y a los que dice y trasmi- 226

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