BCCCAP00000000000000000000396

4 Creo en el instante . en que v1vo Siempre, al final del año, los medios de comunica– ción social, prensa, radio y televisión nos hacen un balan– ce en imágenes de lo ocurrido en el mundo como más sen– sacional. Y como es lógico, nunca estas crónicas nos de– jan satisfechos ni felices. Casi siempre terminamos el año con sensación de infelicidad o de angustia. Sin embargo, no existen los años, existimos nosotros. Y ahí está la ra– zón del desasosiego, un desasosiego existencial. Un periodista remataba su análisis del año con esta frase de pesimismo: "En estas condiciones -se refería a sucesos desagradables- y con millones de parados no re– sulta fácil decir, con convicción, a la entrada de 1990, eso de ,feliz año nuevo!". Pues a pesar de todo ¡Feliz Año Nuevo! y "con con– vicción". Una cosa son los buenos deseos y otra cosa que todo acontezca a medida de nuestros deseos. La realidad se queda siempre muy por debajo de las aspiraciones; pe– ro el deseo, el ardor, el anhelo, la pasión, es lo que impul– sa la vida, el trabajo, la superación de la realidad que nunca colmará nuestros sueños e irá entretejida de sobre– saltos y pesares. Algunos creen que pueden arrullar el nacimiento de cada año como a un bebé y echarle la buenaventura del futuro. Los años son ciertamente como los niños, menos buenos de lo que creen sus padres y mejores de lo que 19

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz