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pensaban las sencillas gentes podían ellos ser santos, amando y cavando el huerto, entre los animales, cultivan– do la tierra... ¡El pueblo no estaba contento! El día señalado para celebrar la restauración de la iglesia, el hombre rico esperaba que el sacerdote le dedi– cara un párrafo de acción de gracias en el sermón... Pero, de repente, se abrió la puerta de la Iglesia, y ante el silen– cio de los fieles, los antiguos santos entraron, cubiertos de fango y chorreando de agua, y San Antón y San Cris– tóbal cogieron al rico en su sillón y lo pusieron a la puerta de la calle. - "Bien hecho, comentó el pueblo. Estos santos eran vecinos nuestros". En la festividad de "todos los santos", la Iglesia honra a todos los santos que no están en el calendario. Santos desconocidos, anónimos, gentes buenas de cual– quier profesión, sobresalientes por su bondad, trabajo, amor a los pobres, hospitalidad... amor a Dios. Jesucristo tuvo doce apóstoles que recordamos como santos, pero también tuvo 72 discípulos cuyos nombres desconocemos. El santoral está lleno de santos canoniza– dos, pero... ¿y todos aquellos que no "ganaron para una peana" y, sin embargo, soportaron los mismos trabajos en la misma profesión y fueron ciudadanos de cualquier barrio, misericordiosos, sencillos, pacientes... , con valo– res admirables: la mujer que nunca riñó con sus vecinas, el que siempre daba los buenos días a quien no le quería, la madre que andaba entre las ollas sin quejarse, el anóni– mo servidor del pobre, obrero cumplidor, el que dio testi– monio silencioso de su fe .. ? A éstos Jesús los llamó "bienaventurados", porque fueron sufridos, pobres, misericordiosos, justos y traba– jaron por la paz. Dieron toda la riqueza de su corazón. Fueron de todos. Amaron. 225

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