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contemplamos generaciones privadas de lo más elemental -pan, hogar, familia, patria, libertad ... - y que duras ideo– logías siembran el miedo, la "Teología de la armonía" viene a decir que no hay por qué desesperar. Jamás se podrá esterilizar el corazón y el alma del hombre; aun en su caída sigue siendo digno. Sobre el aturdimiento de la estridencia y el pecado que produce la intolerancia, la explotación, la violencia y el ateísmo, na– ce la "Teología de la armonía". ¿Qué pretende? Es un modo de contemplar al hombre, a la sociedad y al universo desde la reconciliación y el diálogo, desde el humanismo cristiano, desde la fe en Dios que aleja con– flictos y junta fuerzas con el fin de unir manos en la tarea de paz. Combatir desde el corazón por la justicia y lograr así ver el mundo y la naturaleza con los ojos limpios, co– mo la casa de todos. Esta "armonía" es una necesidad. Y pudiéramos re– sumirla en estos objetivos: Vista desde el momento de la Encarnación y Nacimiento de Jesús la naturaleza hemos de buscar en la ecología la "armonía de los hombres con el cosmos"; gracias a la Encarnación el Hijo "ennoblece toda la creación haciéndola divina"; la armonía de los hombres entre sí, el respeto de la persona y del entorno; la armonía entre los creyentes por el diálogo y la coopera– ción... Para conseguir esto -dicen los iniciadores de la "Teología de la armonía"-, urge crear centros de ora– ción, realizar encuentros religiosos internacionales y ma– tar la intolerancia con el diálogo. Una bella novedad es: "Sólo la paz del corazón pue– de enfrentarse al mal generalizado". 14

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