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La comprensión que Jesús exige -dentro de la justicia y la verdad- inaugura los tiempos nuevos, los tiempos de la fraternidad, que van más allá de la cortesía hasta ver en cada hombre, aun enemigo, un linaje noble que ha de quedar a salvo de insultos y mediocridades. Un buen sistema de convivencia reclama madurez ética. El respeto provoca la convivencia, mientras que el silvestrismo y el insulto brutal hacen pensar en un estado síquico de fiereza. 155