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47 La pequeña Omayra. Cuando, al finalizar el afio, los Medios de Comuni– cación Social destacaron las fotografías más bellas y más impresionantes de los hechos acaecidos en la década de los ochenta, volvimos a contemplar la imagen de la niña colombiana, Omayra Sánchez. Un reportaje de Televisión ofreció al mundo entero, después de la erupción del volcán Nevado Ruiz que con– virtió al poblado de Armero en un cementerio de 22.000 muertos con losa de barro y silencio, el drama de una ni– ña de trece años, Omayra, hundida hasta la boca en un pozo de agua, barro y cadáveres, ahogándose lentamente durante tres días, mientras contestaba a los entrevistado– res que le acercaban los micrófonos ... Bonita era la niña. Con unos ojos preciosos que se iban acabando y un tono de voz dulce y persuasivo. Decía palabras amables: - "No quiero morir. Soy todavía muy pequeña. Pa– pí, mami, os quiero. Sed buenos. Rezad... ". ¿Por qué no insertarla en ekoro de los niños inocen– tes? ¿Por qué no destacar la fe y humanismo cristiano de esta niña? Los católicos belgas se adelantaron a pedir la beatificación de la pequeña Omayra, porque "sus últimas palabras de fe y amor sólo pudieron ser inspiradas por Dios". 147
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