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PROLOGO Nunca he querido quedarme -me parece pobre- en el la– do de acá de las personas y de las cosas, siempre pretendo extraer un recado, un mensaje, bueno o bello, aun de la más fea de las apariencias. El paisaje: campo, mar, montaña, valle, camino, ciu– dad, arboleda, quedan, a veces, sutilmente velados por la niebla que desfigura su realidad; la niebla puede ser tan densa que anule, incluso, toda visión; pero la realidad, en cualquier caso, está, ahí, detrás del cendal gris impalpa– ble, en toda su íntegra belleza. Bastará un rayo de sol pa– ra que el paisaje aparezca con toda su fuerza y colorido. Así 1 los hechos, en ocasiones dolorosos, desagradables o tensos, pueden hacernos pensar que la vida es neblino– sa, imprecisa y triste; pero cada acontecimiento no anula la realidad hermosa de la vida humana ni debe llevarnos a considerarla desde una filosofía opaca y triste. Todos somos cada día recién nacidos a la existencia y a la libertad, al gozo de poder contemplar, aun "detrás de la niebla", la vida con su dinamismo y su alegría. El poe– ta español, Agustín Conde de Foxá escribió: "Dios hizo de la niebla los ángeles primeros... ". Y un ángel es siempre anunciador de algo. Nadie, pues vivirá auténticamente sus días bajo las estrellas, si no con– sigue descubrir el secreto de "lo que hay detrás de la nie– bla". Con este sentido optimista retransmití durante tres 11

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