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Las trabajadoras del hogar: Se podrá pagar su traba– jo, pero no su atención. Están a punto en casa, atienden al pequeño y al grande. Son, en más de una ocasión, las que le permiten a usted descansar. Planchan, lavan, coci– nan, barren... , y facilitan que ustedes salgan tranquilos. Otra madre es la "monja", la de la casa cuna, la de los hogares infantiles, que limpia mocos de niños desaten– didos y carga con los ángeles inválidos e intenta suplir con sus besos el calor de la madre natural ausente. Y esas otras que tutelan viejecillos amnésicos e incontinentes... Y las de los países de misiones... La enfermera: ¡ Cuántos momentos de consuelo nos han proporcionado la delicadeza y sonrisas de la enferme– ra! Ellas realizan trabajos tan delicados y repugnantes que sólo un amor, entre humano y divino, puede tolerar. ¡Ojalá no se pierda el rico humanismo de estas mujeres que tan necesario es a la humanidad doliente! La abuela: Doblemente madre y nunca bien agrade– cida por sus pequeñas rarezas, pero que todavía posee ca– lor en su regazo y proporciona cariños que en extrañas ausencias de la madre, tal vez, fallan ... La asistente social: mujer integrada recientemente en la sociedad que busca trabajo para el marido en paro; que llega al ahogar en el momento de mayor necesidad para la familia; que orienta; que defiende nuestros derechos; que rellena papeles difíciles ... La tía soltera: De la que se habla casi siempre con censuras, porque da muchos mimos a los niños. Y de la que se habla poco para alabar su permanente disposición... Y en muchas ocasiones carga de por vida con los hijos de la hermana que murió. 145

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