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26 JAVIER DE VALLADOLID pueblo de las promesas. Estas bendiciones preparadas para nos– otros ya antes de la constitución del mundo, constituyen un he– cho nuevo: nos han hecho santos, inmaculados, sin tacha en la presencia de Dios. Y esto lo hemos alcanzado «en Cristo», mediante nuestra inserción en Cristo. La realización de este plan divino tiene dos momentos: l.º ini– cial, en el Calvario, donde Cristo muere por el género humano, y 2. 0 actual, en la Iglesia, que es el nuevo género humano concentrado en Cristo. Así lo dice el Apóstol en la segunda estrofa de la do– xología a que nos referimos: «En el cual (en Cristo) tenemos la redención por su sangre, la remisión de los pecados según las riquezas de su gracia que hizo desbordar sobre nosotros, en toda sabiduría e inteligencia, notificándonos el misterio de su voluntad, según su beneplácito que se propuso en El, en orden a su reali– zación en la plenitud de los tiempos, de concentrar en Cristo todas las cosas, las de los cielos y las de la tierra, en El, en el cual hemos sido predestinados... » 8 De esto se desprende que la solidaridad es base para la rea– lización de este nuevo plan de reparación: Jesucristo, al insertarse en la naturaleza humana, asume toda criminalidad de los hombres, jurídicamente se hace responsable de nuestras culpas. Del Cal– vario desciende la sangre divina y el género humano satisface plenamente en Cristo. En esta solidaridad podemos señalar cuatro estadios: 1. 0 la En– carnación: el Verbo de Dios asume la naturaleza humana y se inicia nuestra incorporación a Cristo: 2.º la Muerte de Jesús: muere también «el hombre viejo» para que surja regenerada una nueva criatura; 3. 8 la Resurrección: Jesús hace que se desborde sobre el género humano su vitalidad divina ;4. 0 el Bautismo: el hombre con las aguas bautismales recibe la vida de Jesús. Y este Plan se consuma, cuando todos los hombres regenerados sin dis– tinción de razas llegan a ser «concorporales» con Cristo. Dios quiso restaurar el orden perturbado por Adán y constituyó a Cristo nuevo Jefe no sólo de los hombres regenerados sino también de las jerarquías celestes 9 • La familia humana, después de haber estado como condensada en Adán, en virtud de la generación 8. Eph. 1, 7-12. 9. Eph. 1, 7-10.

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