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ELEMENTOS MARIOLÓGJCOS EN S. PABLO 25 nuar que, visto el problema a la luz de la concepción cristológico– soteriológica del Apóstol, me agrada la maternidad integral (=uni– versal (Creador y criaturas) como principio germinal o funda– mental de toda la mariología. «Los elementos mariológicos», que descubrimos en el epistolario paulino, quizás puedan proyectar su luz en busca de un axioma fundamental en la ciencia mario– lógica. Esto no obstante, estos elementos, más que principios de mariología, son casi siempre derivaciones mariológicas de princi– pios cristológico-soteriológicos formulados insistentemente por el Apóstol. Y hechas estas anotaciones previas, iniciamos el análisis de la doctrina del Apóstol para descubrir los elementos mariológicos que en ella se contienen. El carácter soteriológico de la doctrina de san Pablo es a todas luces bien patente. El Apóstol nos propone como tema general el Plan de Dios, que se va desarrollando fundado en la solidaridad de los hombres con Adán. Ese primer plan quedó trastornado por la primera culpa y fue preciso otro nuevo de reparación, que co– mienza a vislumbrarse confusamente a través de las revelaciones viejotestamentarias, donde con frecuencia se proyecta la sombra del futuro Libertador. Al principio no es más que un núcleo inicial en la revelación divina sobre la reparación humana; pero ya en– tonces contiene en síntesis lo que más tarde aparecerá con la máxima claridad. Luego la revelación se va concretando en los patriarcas y en los profetas hasta que el pueblo de las promesas, como Abrahán, vibró de júbilo, al ver el día de Jesúsº. El Apóstol nos da el contenido de este plan divino en la pri– mera estrofa de la doxología, con que comienza la epístola a los de Efeso: «Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los cielos, según nos escogió en El antes de la creación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia en caridad, predestinán– donos a la adopción de hijos suyos por Jesucristo, según el bene– plácito de su voluntad, para alabanza de su gloria, en la cual nos agració en el Amadeo» 7 • El Padre nos ha colmado de sus bendiciones espirituales, de mucho más valor que las bendiciones temporales concedidas al 6. Jo. 8, 56. 7. Eph. 1, 3-6.
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