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34 JAVIER DE VALLADOLID Y conviene anotar que el Apóstol dice intencionadamente: «a fin de que recobrásemos la filiación adoptiva». En el contexto se destaca con toda claridad el binomio ley-promesa; la ley ex– presa un estado de maldición, la promesa, en cambio, es bendición que culmina en la filiación adoptiva. Para llegar hasta ahí el proceso, según el Apóstol, es el siguiente: Las promesas hechas a Abrahán convergen en Cristo 41 y por lo mismo para participar de las promesas y de las bendiciones hay que incorporarse a Cristo, vivir en Cristo. Por tanto el verbo griego «apolabomen» literalmente hay que traducirlo por «recibir lo prometido» (Zo– rell) según muchos autores, aunque tal vez y en este mismo con– texto cupiera la traducción de «recuperar» la filiación adoptiva que habíamos perdido por el pecado, y así aparecería todavía con más claridad el aspecto soteriológico de la Encarnación. En suma: en el texto que comentamos está expresada la soli– daridad de los hombres en Cristo, razón formal de que los hijos del hombre se hagan hijos de Dios. Y esta solidaridad, esta nuestra simbiosis con Cristo, nos da derecho a la herencia de Abrahán 42 ; pero no hay que olvidar que esta solidaridad en la Encarnación y en orden a la Redención, según el Apóstol, está vinculada a la maternidad divina de María, la «Mujer del Protoevangelio», la de las Bodas de Caná 43 , la del Calvario 44 , la del Apocalipsis que así interpretan algunos Ap. 19,26, la bendita entre las mujeres. De cuanto llevamos dicho podemos deducir lo siguiente: En el Epistolario de san Pablo, donde con un dramatismo impresio– nante se recuerda nuestra ruina y nuestra reparación, entre lí– neas se puede leer el nombre de la NUEVA EvA, que asociada a Cristo, el Nuevo Adán, su descendencia, realizó la magna obra de nues– tra rehabilitación: «Era justo y necesario que Adán fuera restau– rado en Cristo, dice san Ireneo, y que Eva fuera restaurada en María» 45 • San Pablo, al insinuar la imagen de la Nueva Eva en íntima solidaridad con el Nuevo Adán, nos suministra elementos m:uy importantes para la estructuración de la Teología mariana. Su concepción soteriológica, interpretación luminosa del Proto- 41. Gal. 3, 16. 42. Gal. 3, 29; cf. BovER, ob. c. 43. Jo. 2. 4. 44. Jo. 19. 26. 45. Demostración de la predicación apostólica, c. 33. «Recherches de science religieuse», (1916), 391.

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