BCCCAP00000000000000000000394

6 JAVIER DE VALLADOLID de tono que raya en lo sublime, canta a Cristo, enalteciendo sus glorias divinas y humanas en relación con el cosmos y con la Igle– sia, y en Tít. 2, 11-14, en pocas líneas, nos ofrece un compendio de lo más sustantivo de su cristología soteriológica. Y el principio y el fin de toda la vida y de toda la doctrina del Apóstol de las Gen– tes es Cristo. Por otra parte el universo se puede considerar por sus dos li– neas: una descendente- de Dios a la criatura- y otra ascendente -de la criatura hacia Dios-. El centro de la primera es Cristo, y lo debe ser también en la segunda. Cristo es el centro de la vida espiritual, porque lo es de todas las obras de Dios. Lo dogmático y lo espiritual se corresponden. Y así es algo muy característico en algunos doctores (S. Buenaventura, por ejemplo) el tránsito espon– táneo de la especulación teológica a la contemplación mística En san Pablo su teología es la contemplación del Misterio de Cristo (Rom. 16, 25-26). Y así su misticismo -explosión de la experiencia personal- es también íntimamente cristocéntrico al igual que su dogmática. Esto es lo que pretendemos presentar de momento en una vista panorámica de conjunto, sin pretensión de abarcar de modo ex– haustivo, en un artículo algo obsesionante en el espíritu del Após– tol de las Gentes. Hasta hace algunos años la exégesis protestante procuró eva– dir la investigación del misticismo de san Pablo no solo por con– siderarlo «una fase inferior de la vida cristiana», sino también por advertir una desharmonía enorme entre la «justicia imputada» y todo el proceso de vida interior mediante la unión con Cristo y con el Espíritu Santo proclamada tan insistentemente por el Após– tol. El vacío de todo contenido en la justificación, propuesta por la teología protestante, contrasta con la claridad meridiana de es– tas frases del Apóstol: Cristo en nosotros... Cristo vive en noso– tros ... Nosotros no obedecemos a la carne y a la sangre ... Vivimos en el Espíritu ... El Espíritu dentro de nosotros testifica que somos hijos de Dios, etc. Frecuentemente el protestantismo se ha preocupado excesiva– mente de explicar el pensamiento robusto de san Pablo mediante fórmulas estandar y no ha querido penetrar en el horno ardiente de su corazón, donde palpita y pulsa una vida que se eleva clara-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz