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18 JAVIER DE VALLADOLID pués de recordar «la elección en Cristo, la santificación y la reden– ción», añade: <<La sabiduría la predicamos entre los perfectos; pe– ro no es la sabiduría de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, cuya «autoridad» pasa; sino que anunciamos «la sabiduría de Dios, que tiene por objeto el misterio, sabiduría escondida, que Dios antes de los siglos predestinó para nuestra gloria» (1 Cor. 2, 67Fª. La sabiduría que el Apóstol predica a los que ya conocen las verdades elementales de la fe, a los que han superado ya la infan– cia espiritual, se condensa en el «Misterio», que se refiere a nues– tra gorificación. En la epístola a los Romanos habla ya con más claridad del con– tenido de este «Miste1io», de la elección en Cristo, de la redención por su sangre, de la justicia y de la vocación universal de paganos y judios, y al final encontramos estas palabras que al mismo tiempo son un resumen de la epístola y una declaración del «Misterio»: «Al que puede consolidaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del Misterio, oculto desde toda la eternidad, pero manifestado ahora y notificado por las escrituras proféticas por orden del Dios eterno a todas las gentes para obe– diencia de fe» (Rom. 16-25-26; Col. 1, 24-27). En esta nueva~' conclusión en forma de doxología distingue tres etapas en el Misterio, o mejor, en la economía del Misterio: sus orígenes eternos (l.ª etapa), su manifestación temporal (2."), y su divulgación entre los hombres (3.ª), tres etapas que constituyen también el armazón de la primera parte de la epístola a los de Éfe– so. Y así entramos ya en las epístolas cristológicas, que muy bien podrían denominarse las «Cartas del Misterio»; en ellas la concep– ción mística del Apóstol se presenta sistematizada y completa en toda su panorámica. En las estrofas líiricas de la magnífica doxología de la epístola a los de Éfeso el Apóstol nos revela la naturaleza íntima del Miste– rio, cuando escribe : «En el cual ( en Cristo) tenemos la redención por su sangre, la remisión de los pecados, según las riquezas de su gracia, que hizo desbordar sobre nosotros en toda sabiduría e in– teligencia, notificándonos el Misterio de su voluntad según su be- 26. La traducción que hemos adoptado está en conformidad con una interpreta– ción bastante probable, 27. Decimos «nueva» porque a poco que se analice la Ep. a los Romanos se puede advertir que tiene varias conclusiones. ¿Se trata quizás de una encíclica doctrinal y cada una de las conlusioncs se refiere a la iglesia a que se enviaba?

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