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12 JAVIER DE VALLADOLID Objetivamente las dos fórmulas son idénticas, como se despren– de del contexto Rom. 8, 9-11: «Mas vosotros no estáis en la carne sino en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios habita en vosotros. Que si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, ese tal no es de Él. Y si Cristo está en vosotros, el cuerpo, ciertamente, está muerto a causa del pecado; más el Espíritu es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó a Cristo de entre los muertos vivificará también vuestros cuerpos mortales por obra de su Espíritu que habita en vosotros». A pesar de este paralelismo es muy cierto que la fórmula «en Cristo» no puede ser sustituida por la otra «en el Espíritu»: a) cuan– do se trata ele la elección y predestinación en Cristo; b) cuando se habla de Cristo nuevo Adán y c) en otros casos análogos 12 • No cabe la menor duda de que Pablo al hacer uso de la fórmula «en el Espíritu» y con frecuencia en paralelismo con la otra «en Cristo» ha querido expresar de una manera maravillosamente sin– tética algo de un gran contenido místico: nuestra inhabitación en un elemento espiritual, neumático, según aquellas palabras: «por– que en un mismo Espíritu todos nosotros fuimos bautizados... Y a todos se nos dio a beber un mismo Espíritu» (1 Cor. 12, 13). Para el Apóstol el vocablo «espíritu» no designa solo la tercera persona de la Santísima Trinidad, o la parte inmaterial de nuestro ser, in– dica también «aquello que es más sutil y misterioso que las rea– lidades de nv~nr,n~ vulgar,>, es decir, lo que es místico 13 • A las veces también se usa en el sentido de una «virtud divina>>, como se puede observar en aquellos textos, en los que o uva. 11 t s (vir– tud) en paralelismo con 7. ·1 2 u¡,. a. (espíritu). Así, por ejem– plo, la resurrección se atribuye a la «virtud de Dios» (2 Cor. 13, 14) y también es obra del «espíritu» (1 Cor. 6, 19). Alguna vez apa– recen juntos estos dos vocablos 1 • 1 • «Vivir en el 1-i'<"ni,•i+. <,=esse in frecuentemente es lo mismo que «vivir en un elemento espiritual» (neumático), en <<Una esfera del espíritu de Dios», que es también «el espíritu de Cristo», según aquello de Rom. 8, 9: «Mas vosotros no estáis en la carne sino en el si es que el Espíritu de Dios habita en vosotros. 12. Cf. F. PRAT: La Theo/ogie de S. Paul, II (París, 1n29) -180. 13. Cf. l\knscn: Le Corps Mystiq11e de Christ {Louvaín, 1933) 103 ss. 1-1. cr. \VIKB,;HAt:SER: ob. c., p. 30; Tr. Sc~IIDT: Dcr Leil> CJ,risti (Leípzig, 1919).

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