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ESTRELLAS EN LA NOCHE DE FEBRERO El P. Fidel de Peñacorada tenía seguramente no pocos defectos, como todo ser humano, pero estaba animado de acuciante « buena voluntad». La tarde de un domingo de febrero, cuando ya el sol se ponía para los leoneses sobre el tendido horizonte del Páramo, hacia tierras de Maragatería, se celebraba en el Salón-Teatro de San Francisco una Asamblea de la V. O. T. (Venerable Orden Tercera). Al local no le sobraba calor; era más bien desagra– dable su temperatura. Pero nadie se extrañaba de eso, ni de su desnudez, ni de su aspecto destartalado, porque todos sabían algo de su agitada y breve historia. Inaugurado en 1926, con motivo del VII centenario de la muerte de S. Francisco, pronto hubo de conocer la deso– lación de las grandes casas vacías y en desuso. En la pri– mavera de 1931 se echó a la calle el desaforado, plebeyo 7

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