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«Como celebra mayo alegre ruiseiior, así cantar qui– siera tus glorias y tu anwr... En su lenguaje, oh Madre, las flores te dirán de cuánto amor tus hijos ardiendo por Ti están... » También el P. Fidel de Peñacorada gozaba profunda– mente con la venida del mes de María. Este goce no lo juzgaba él indigno de un hombre en plenitud de vida y facultades. Pensaba, más bien, que sólo espíritus resecos o enfangados, almas degradadas por un obtuso materialis– mo, podían permanecer indiferentes al encanto y al des– tino maravilloso de unas flores que se cogen por los cam– pos o jardines, y se van luego muriendo mansamente en un altar..., porque entregan todo el aroma - que es su vida - a la dulce Madre de Dios. Sólo tales espíritus o almas inertes podían rehuir como «pueriles» las plegarias y cantos ingenuos que constituyen la sustancia de lo que en lenguaje cristiano se llama el «Mes de las Flores». Seguramente, que si muchos hombres a quienes el ro– ce indelicado de la vida ha hecho de piel áspera en el espíritu, acudieran a los ejercicios del Mes de María, re– vivirían no poco de aquellos años en que sentían el goce de tener la vida entre las manos como algo maravillosa– mente nuevo y sin estrenar. El no podía dudar de que cierta dosis de infantilismo resulta necesaria para estar en condiciones de recibir el latido suave de lo que en la vida hay de más bello y delicado. En el mes de mayo deben hacerse provisiones (para el consumo anual) de pura sensibilidad, delicadeza y ternura... ¡Esa ternura, fuerte y honda, de la que tanta necesidad tiene el mun– do ! Y a San Pablo había señalado como una de las gran– des miserias de los hombres alejados de Dios el ser «sine affectione», es decir, desamorados, de entraña dura (Rom., I, 21). Por todo esto, y porque nunca se trabajará bastante por la Virgen, pensaba el P. Fidel decir a sus jóvenes algo sobre el Mes de María en la reunión del primer jueves. Mas también pensó decidido que era aquél un mes estupendo para ponerse a dar el primer paso difícil en su proyecto de construir un grupo activo de muchachos dentro de la Hermandad Terciaria... Y sin más vacilacio– nes, se lanzó a la obra. 69
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