BCCCAP00000000000000000000393

«la Virgen»: la Pura, la Intacta, la Fragante, la que siem– pre está en flor, la sin ajar...) Toda la vida del Convento-Colegio se regulaba a to– que de campana. La campana grande, solitaria en lo alto, llamaba, desde la pequeña espadaña puesta a un costado de la iglesia, sólo a los actos del servicio divino: las misas, el rezo coral, la meditación en común, las fun– ciones eucarísticas de algunas tardes... ; la campana me– diana, colgada de la pared casi en un ángulo del jardín :interior, servía para transmitir las llamadas «del mundo»: a sus toques atendían «los Padres» para saber si alguien les llamaba a la portería o les estaba esperando al telé– fono ... ; la campana más pequeña, campañilla inquieta y alborotadora, movilizaba repetidamente a los estudiantes para la entrada o salida de las clases... La monotonía del «hoy como ayer; mañana, como hoy; y siempre igual... » pesaba más duramente en el vi– vir de estos últimos que en el de los demás moradores del Convento. Para los estudiantes, fuera del paseo de los jueves por las afueras de la ciudad, la historia de cada día podía reducirse a estos renglones durante años ente– ros: ratos de coro para orar, ratos de celda para estudiar, ratos de clase para oir y dar pruebas de lo estudiado, breves ratos de refectorio para comer, y dos ratos - que siempre les parecían cortos - para sencillo recreo por la huerta o jardín, después de las refecciones de medio– día y de la noche. Pero en el mes de mayo se llevaba mucho mejor la monotonía de tan sencillo vivir: el tiempo era hermoso, había cantar de pájaros para gracia del solemne silencio conventual, y flores en el jardín para alivio de los ojos cuando se fatigaban del mucho leer..., y sobre todo había que los afanes más o menos penosos de cada jornada po– dían reposarse dulcemente a los pies de la Virgen en el vespertino «ejercicio de las Flores». Este ejercicio resultaba, por de pronto, bastante más llevadero y agra– dable que el esfuerzo de una prolongada oración mental, que era lo prescrito para aquella hora en los demás días del año; pero no se limitaba a eso su atractivo... La Reina de mayo, con su hermosura tan divina y tan humana - y en lo humano, tan excelsamente femenina -, con su sonreír de Virgen y de Madre, tenía que ser de poderoso 67

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz