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LAS GOLONDRINAS SE VAN La mañana del día 3 de septiembre la celda del P. Fi– del de Peñacorada presentaba un aspecto desolador. Casi como el que puede presentar un hogar cualquiera después de concienzudo saqueo. Los estantes de su pequeña biblio– teca estaban vacíos de libros; los cajones de la mesa, abiertos; la cama, revuelta y sin hacer; había papeles ro– tos por el suelo... Era que en la tarde anterior el Padre, con ayuda de dos coristas, había terminado de recoger sus co– sas y preparado sus maletas; lo no interesante quedaba por allí en el triste desorden del abandono. Después del desayuno de ese día 3, el P. Fidel salió a dar un silencioso paseíllo por la huerta : quería despedir– la cordialmente. ¡ Había pasado tan buenos ratos en ella! 626

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