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Con motivo de la marcha de Consuelito, el inmedia– to círculo con las que iba a ser el último del curso (no sabía el P. Fidel que sería el «último» sin atenuacio– nes), se dedicó a tratar sobre la vocación religiosa. Era ésta la tercera posibilidad que se abría ante una joven (las otras dos ya estaban vistas : casarse, o quedarse sol– teras de por vida en medio del mundo, es decir, «solte– ronas»). En cuanto a excelencia, esto de consagrarse a Dios en el estado religioso no ocupaba una tercera posi– ción, sino la primera de todas, según había enseñado siem– pre y seguía enseñando la Iglesia Católica. El P. Fidel se entretuvo en demostrar esto, resolvien– do de paso las dificultades u objeciones que le ponían al– gunas de las asistentes, notablemente influenciadas por la quizá desorbitada ponderación de la maternidad que se venía haciendo en no pocos ambientes católicos. Expuso a continuación, con nítida claridad, lo que es y lo que no es la vocación religiosa; si es necesaria para consagrarse a Dios y hasta qué punto; clases de la mis– ma, etc. Luego añadió: «Los motivos en que se funde la ver– dadera vocación han de ser sobrenaturales, aunque no es precisamente necesario que sea ya sobrenatural el punto de arranque de la misma. Dios puede servirse de algo muy humano, demasiado humano, para arrancar a cual– quier alma del amor del mundo o para hacerla pensar en un convento; pero después tienen que ser ya razones más elevadas las que la impulsen a consagrarse a El. »De aquí se deduce que la opinión difundida entre cierta clase de gente de que las chicas que van a los con– ventos lo hacen a causa de algún contratiempo amoroso, o porque no encuentran quien haga caso de ellas en el mundo, es una opinión perfectamente estúpida. Puede darse algún caso de ésos - yo aún no conozco ninguno - ; pero sé que, aun cuando se parta de ahí, luego tienen que intervenir otros motivos más altos; de lo contrario, no saldrá nada serio. »Tampoco anda muy acertado el comentario que se oye frecuentemente, aun en ambientes piadosos, cuando alguna se va: «Hace bien. Si cree que allí en el convento puede ser feliz... » No se trata de eso. La felicidad podrá encontrarse o no, pero ir buscándola deliberadamente, es 606
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