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Juli Mari! Entre tanto banco como hay en la capilla, es precisamente a ti a quien señalan el peor». Pero estas pa– labras se tradujeron así en mi alma: «¡Qué buena suerte tengo!: entre tantos bancos, Jesús ha reservado para mí el único que vale «algo». "Parece como si Dios me dijese que con mi mortifi– cación puedo ayudar mucho; y cuando me encargan que pida por algún caso desesperado, o necesito yo impetrar una gracia muy grande, es entonces cuando me manda unas punzadas terribles a la cabeza, algo casi irresistible, pero que sufro con la mayor alegría, porque sé que mien– tras tanto se está solucionando mi petición. Y hay momen– tos en que me gustaría tener muchos cuerpos a la vez, pa– ra sufrir en todos ellos. »Hacia el exterior, procuro disimular todo esto lo me– jor que puedo: me gusta vestir con pulcritud y elegancia (nunca con indecencia); alterno en sitios donde reine la honestidad, muestro buen humor y río de buena gana con las amigas ... Sólo Jesús debe contemplar mis sacrificios; los demás, ¿qué necesidad tienen de saberlos? Puedo es– tar de merienda en una confitería o restaurante, y en vez de pedir aquello que más me gusta, pido lo otro, que me va a alimentar lo mismo, pero que no es tan grato a mi pa– ladar. Y así, miles de detalles, que en cada momento va sugiriendo el Amor. »El apostolado me obsesiona. Siento grandísima pena de ver almas que andan en oscuridades, porque nadie les da luz; seres que se tronchan de tristeza, por falta de con– suelo; personas que caen y no se levantan, porque no hay quien les tienda la mano; en fin, una humanidad enferma, porque muchos tienen escrúpulos en acercarse a curarla. Yo hago todo lo que está a mi alcance, con el ejemplo, con la palabra, con el esfuerzo; pero lo que yo puedo es muy poco, y como la necesidad es inmensa, siento sobre mí una carga terrible: la necesidad de orar y sacrificarme, para que Jesús, que todo lo puede, se apiade de nosotros y nos salve. »Uno de mis grandes amores es la pureza, y por eso me llega al corazón que algunas se atrevan a decir que tal como están las cosas hoy día, es imposible conservarse del todo puras en las relaciones... Yo, a mis veintiún años, sé por experiencia que sí es posible, y discuto acaloradamen- 590

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