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l II Hacia mediados de junio ya empezaban a notarse ba– jas entre los chicos y chicas que asistían a los actos de la Juventud. Se entraba de lleno en el tiempo de las vaca– ciones, v los estudiantes sobre todo, acabado el curso, iban levantando el vuelo. También se veían en aquellos últimos círculos de la temporada algunas caras nuevas, de quienes regresaban a casa después de hab0rse examinado en los centros uniYersitarios de fuera donde cursaban sus estu– dios. Entre los que se iban, no faltaban nunca algunos más cumplidos o rrnis entusiastas que escribían al P. Fidel, para darle cuenta de su vida y mantener así buen contacto con su querido centro de San Francisco. De las cartas llegadas a sus manos por aquellos días, el Padre Fidel sólo metió una en la carpeta reservada para los escritos de máximo interés; el resto, una vez contesta– das, fueron a dar en el cesto de los papeles, pues el Padre era poco amigo de ir amontonando cosas inútiles en su celda. La carta conservada venía de Juli Mari. Juli Mari no vivía habitualmente en León, aunque en esta ciudad pasa– ba algunas temporadas, invitada por Rosa María, de quien era muy amiga. Por Rosa Maria conoció al P. Fidel, y desde el primer momento sintió una gran confianza para tratar con él todos los pequeños problemas que empezaban a surgir en su vida, a pesar de tener ya un buen director de espíritu en su lugar de residencia. El hogar de Juli Mari no podía presentarse como mo– delo de hogar cristiano en cuanto a la nnión y concordia de todos sus moradores. La mamá era buenísima; y tam– bién una mártir, por culpa del marido, brutalmente duro con ella v demasiado blando con otras... (uno de los hi– jos iba saliendo al padre en forma cada año más acusada, con lo que los sufrimientos de la pobre mujer no tenían fin). Juli Mari, víctima también hasta cierto punto del pa– dre y del hermano, era como el ángel de la familia, por su bondad, por su delicadeza, por su abnegación. En lo humano, la familia era distinguida y rica, lujo– samente instalada en una hermosa «villa», a las puertas de cierta capital de provincia. Sin embargo, Juli Mari es- 588

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