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'Yª han y las rosas en 1ni haz». ¡ Cuánto habían soñado con ese momento de la vuel– ta de las banderas victoriosas quienes habían ido reco– rriendo todos los largos calvarios de la guerra civil! Mo– vilizados en Cruzada Nacional, no tenían miedo a hacer su vida breve con tal de hacer larga y venturosa la vida de la Patria. Que los que ahora cantaban tan ilusionada– mente, no los olvidaran nunca, ¡nunca! Al directo servicio del Reino de Dios ¿no podría lograr el P. Fidel unas casi tan brillantes formaciones como ha– bía logrado el Frente de Juventudes al servicio temporal de España? Eso venía intentando desde hacía dos años. Lo conse– guido, aún no podía calificarse de espléndido; pero dos años son muy poco para una obra de envergadura, cuando lo que se busca es precisamente la «edificación» espiri– tual del hombre. Es mucho más fácil levantar castillos que transformar almas. Admirables habían sido, e inolvidables debían ser, to– dos aquellos hombres que habían venido dando su vida o sus trabajos por la Patria; pero el P. Fidel sabía de otros combatientes en cuyas luchas el heroísmo a carta cabal resultaba mucho más difícil. Mantenerse fieles a Dios en toda la línea es una empresa tan ardua, que no pueden contarse por batallones los que perseveran en ella hasta el fin. La mayoría se van rindiendo antes o después; qui– zá ya a las primeras escaramuzas con el triple enemigo del alma: mundo, demonio y carne. Precisamente, por el frente en que ataca este último enemigo, la carne (bien flanqueada por los halagos del mundo y las sugestiones del demonio), es donde se pro– ducen la mayor parte de las derrotas y de las defeccio– nes. Por eso el P. Fidel venía concediendo tanta importan– cia en sus círculos de estudios al tema de la castidad en los muchachos. Ya se había tratado en forma casi completa el porqué de la castidad; luego, su importancia decisiva para un vivir de veras humano, y mucho más, cristiano; ahora, en el mes de las flores, se atacó a fondo la cuestión más can– dente: ¿es posible a un hombre la fiel guarda de la pureza? 564

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