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empezaba a sentir). He pasado mis malos ratos, como tam– bién buenos; pero ¡ si usted viera!, el mejor de los deseos me animaba, y por más tropiezos y espinazos que encon– trase, me sentía con fuerzas para seguir adelante. Confiaba mucho en Dios, y sabía que El no me podía aban– donar. »Hacía años, puede que cinco o seis, que Ramón no se acercaba a los sacramentos; a la iglesia sí iba algunas ve– ces, pero no sé si le valdría de algo... Ahora, no es así; ha cambiado por completo. Usted dirá que lo hace sólo por darme gusto. ¡ No lo crea! Hice muy poca presión ex– terna sobre él; toda mi fuerza estaba en el Señor: El só– lo sabía cómo y cuándo debía realizarse la obra, a mí me correspondía únicamente pedir y esperar. ¡ Y la obra está ya realizada ! Espero que alguna vez tendré oportunidad de explicárselo todo bien, y entonces de seguro que tam– bién usted llegará a ver como yo la mano de Dios de una manera tan palpable, que no habrá lugar para discusiones o reservas». Entraba luego a hablar sobre el punto que más apuro le daba: cómo se había decidido por el matrimonio. Lo había hecho, no a la ligera, sino después de mucho pensar– lo y pedir a Dios luz. En cuanto a Ramón... « El es bueno y de unos sentimientos muy nobles. Me quiere, y creo que el día de mañana podremos ser felices, pues congeniamos perfectamente y no carecemos de cier– tas cosas fundamentales para serlo. Hoy día en él está pues– ta mi ilusión... Y ahora quizá comprenda lo de ayer. »Cuando se quiere a una persona, y se ve que la hacen de menos... Yo iba ayer muy decidida a expansionarme con usted; pero usted en dos o tres ocasiones, y con motivo de hablar de mi vida, ¡ cómo me hizo sufrir!, y sólo con al– gunas palabras sueltas, pero que caían sobre «él». Estoy segura de que usted no lo hizo intencionadamente; sin em– bargo, me dejó destrozada. Ya sabe mi manera de ser, y cómo soy a veces de sensible, aunque no lo deje traslucir al exterior; yo estaba además «hasta el borde», por venir la cosa de atrás, y ver que usted seguía en la misma acti– tud... Después de resistir largo rato con aparente buen hu– mor, no pude más, y lo estropeé todo. Ahí tiene la explica– ción de mis lágrimas... Que viniera la cosa de parte de us- 558

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