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contractos. A veces se sentía muy optimista, no sólo con ganas de batallar nuevamente, sino con la misma certeza del triunfo, viendo va a «Avanzadilla» de mano en mano por la calle, con más éxito que nunca, y a veces experimen– taba como un vago presentimiento de que nada de lo de antes volvería a resucitar, de que su emocionada experien– cia de apostolado juvenil iba fatalmente hacia el ocaso, de que «todo aquello» quedaría tan sólo en aventura fugaz, aunque inolvidable, de sus mejores años de juventud, de sus personales «Témporas de primavera»... Aquel mismo ejer– cicio de las Flores al atardecer parecía dejar en su alma un extraño regusto de despedida bajo la mirada de la Ma– dre del Amor Hermoso, Reina de la Juventud. ¿Sería porque ya nunca más volvería a juntarse con ellos y ellas para can– tar a la Virgen el «Venid y vamos todos» de cada mayo? Josefina, que no estaba muy cargada de ocupaciones, acudía casi todas las tardes al ejercicio de la iglesia; lo prefería al del local juvenil por estar en presencia de Jesús Sacramentado, y también un poco por oir cantar a los co– ristas. Una tarde de domingo salió el coro con el cántico «Conw celebra mayo alegre ruiseñor, así cantar quisiera tus glorias y tu amor... » Tal cántico gustaba sobremanera a Josefina. Ya la primera vez que lo oyó en un mayo precedente, la había impresionado, aun sin entender muy bien la letra. Ahora que la conocía, por haberse procurado una copia, lo pala– deaba con emoción. Esta vez le llegó más al alma que nunca. Y a la peti– ción final del coro - «Tú, las (flores) que el cielo brota, siembra en mi corazón» -, con no tener valor especial, le pareció una clara invitación a desprenderse definitivamen– te de la tierra, donde tan pocas flores había conocido, v po– ner toda su capacidad de ilusión o de esperanza en aquella Patria celestial donde nunca podrán marchitarse las flo– res. Pero fue en la estrofa cuando la emoción que enterne– cía su alma llegó al máximo. El solista cantaba, admirablemente por cierto: «Desde lwy, en tus grandezas pensar, es mi placer: rni amor y mis delicias, tus gracias merecer... » 553

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